El cóctel más completo de Messi: tesón, talento, récord y un susto que no le impedirá viajar a Lisboa

Messi, dolorido, tras el penalti y la patada de Koulibaly.

Hasta cuando traza renglones torcidos es capaz Leo Messi de alumbrar belleza a partir de un balón de fútbol. Arrancó como lo lleva haciendo toda la vida, desde la derecha, atrayendo con su sola presencia a dos defensores. A ambos les desafió y por el camino perdió el control de la pelota.

Un espejismo, pues le había cosido un imán que garantizaba el retorno. Trastabillado, fue avanzando y venciendo marcas como quien se introduce en una selva armado con un machete hasta que cayó en la cuenta de que no había más camino posible. Fue entonces cuando, mientras caía el suelo por pura inercia, le rogó al balón que se dirigiera con suavidad hacia el palo largo de David Ospina, cuya mano sólo pudo rozar el inevitable destino que había inventado el astro.

Fue entonces cuando el Barça se sintió en paz consigo mismo, liberado gracias a la calidad y el tesón de Messi del agobio que había vivido en los primeros 20 minutos, pese al tanto inicial de Clement Lenglet, un cabezazo en un córner que silenciaba la apuesta rival por el balón. Así de paradójica fue la clasificación para cuartos del Barcelona, anoche un equipo mucho más efectivo que bonito. Que es, por otro lado, como se ganan las Champions.

«El equipo ha estado muy bien. Durante lo primeros minutos nos han comprometido, pero nos hemos sobrepuesto y luego hemos controlado el partido. La primera parte ha sido muy buena y en la segunda ellos han ganado protagonismo, pero sin generar muchas ocasiones», reivindicó Quique Setién tras el encuentro.

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