A eso de las 20.00 horas del lunes, los jugadores del Atlético pisaban por última vez el césped del Cerro del Espino de Majadahonda, ya que este martes cogerán un vuelo rumbo a Lisboa. Y lo hacían un poco aún con el miedo metido en el cuerpo, tras una larga noche aguardando a los resultados que escondían las pruebas PCR. De ahí que a más de uno (y no sólo jugadores) le costara conciliar el sueño.
Los positivos de Ángel Correa y Sime Vrsaljko, desvelados oficialmente este lunes al mediodía, pero conocidos el mismo domingo dentro del club, obligaron a repetir los tests y a convivir con el miedo de que aflorase algún contagiado más antes de enfrentarse al Leipzig en cuartos de final de la Champions. Se temió que el sosegado panorama rojiblanco pudiera verse alterado por algún positivo más en la plantilla.
A eso de las 20:00 horas del lunes, el Atlético debería haber despegado rumbo a la capital portuguesa, escenario de la final a ocho de la Champions. Sin embargo, se hallaba arrancando el entrenamiento en Majadahonda, a cientos de kilómetros de Lisboa. Diego Pablo Simeone, celoso siempre de tenerlo todo bien atado antes de cualquier gran evento, se había visto obligado a retocar de urgencia su estudiada hoja de ruta. Y, además, había perdido de golpe a Correa, uno de sus hombres de confianza y principal agitador cuando los partidos se agarrotan.
Una ausencia importante para el partido ante el Leipzig, que podría convertirse en refuerzo si el Atlético alcanza las semifinales o la final. En caso de que diera negativo en futuros tests, la UEFA podría dar permiso para que se reincorporara, según aseguraron fuentes rojiblancas.